Rebeca Medina, coordinadora de intimidad en la serie de Netflix Manual para señoritas

Rebeca Medina, coordinadora de intimidad en la serie de Netflix Manual para señoritas

Rebeca Medina, coordinadora de intimidad en la serie de Netflix Manual para señoritas

Con un enfoque actual y rompedor, Manual para señoritas es una comedia romántica de época que desafía los estereotipos de género a través del humor y la libertad sexual femenina. Detrás de algunas de sus escenas más delicadas y efectivas está Rebeca Medina, coordinadora de intimidad, quien nos habla de su labor en el set, su enfoque ético y artístico, y cómo su figura se ha vuelto esencial en la industria audiovisual.

Manual para señoritas es una comedia romántica de época pero con un enfoque actual sobre el rol de las mujeres. ¿Cómo influyó este enfoque en tu manera de trabajar las escenas de intimidad?

RM: El tono de la escena y del proyecto es algo que hablas con el director y directora en la reunión de intimidad, y es donde recabo toda la información. A partir de ahí utilizo diferentes herramientas de interpretación y coreografía para trabajar los distintos matices. Esta serie es una comedia gamberra que intenta romper los códigos que han existido en las comedias de época, pero las escenas las abordamos de manera realista y trabajando desde la verdad y honestidad de los sentimientos de los personajes. Mi labor fue ayudar a la creación de coreografías y que estas parecieran creíbles, además de cuidar de la seguridad de los actores y actrices.

La coreografía fue fundamental en escenas como la de Elena con el Marqués de Bayona, cuando la imaginación de nuestra protagonista trae a un tercero a jugar dentro del encuentro sexual, Santiago. La estructura tenía que estar muy clara para poder ser repetida por los intérpretes y que luego fuera fácil de editar y crear el juego que la directora quería transmitir. El resultado una vez editado resulta muy divertido, con un tono de comedia y erotismo muy fino.

En algunos momentos puntuales se buscó el trabajar con la «exageración» del placer, por ejemplo, en el momento en el que Cristina, la hermana mayor de Las Mencía, hace el amor por primera vez con Eduardo y llega al orgasmo. El director quería que la actriz tuviera como un «tembleque» de placer sostenido en el tiempo, sumado a la aguda voz que tiene el personaje y que resulta muy gracioso en medio del caos que desencadena ese momento y que es el motor de la acción durante toda la serie. Sin duda, un gran acierto por parte del director.

¿Cambian los protocolos dependiendo del género o estilo de la serie?

RM: Los protocolos son los mismos siempre que se trabaja contenido íntimo como sexo simulado y/o desnudo, independientemente del género o estilo de la serie. Para estos dos casos, por ejemplo, es obligatorio el protocolo de set cerrado, además de prendas y barreras de intimidad.

La serie busca romper estereotipos de género, ¿cómo se traduce eso en las escenas íntimas? ¿Qué tipo de narrativa o sensibilidad quisieron cuidar desde tu área?

RM: Por un lado, ves a personajes masculinos poniendo en primer lugar el disfrute de la mujer. Bayona sabe qué es lo que a Elena le vuelve loca que le hagan en la cama, y ella se entrega con libertad a disfrutarlo. Ella sabe lo que le gusta y cómo le gusta. Incluso tienen la iniciativa para iniciar el encuentro.

Generalmente, en la ficción en la que se trabaja época, nos suelen mostrar posiciones y actividades sexuales más clásicas donde el hombre es el que está a cargo del ritmo para alcanzar el orgasmo. También encontramos a mujeres que se enamoran, como es el caso de Esther y Josefina. Ambas, una vez resuelto el conflicto de la orientación sexual, se permiten vivir su atracción y deseo desde el juego siendo capaces de ser felices. Desde esa premisa se construyeron los besos, desde mi punto de vista, más eróticos y mejor conseguidos de la serie. Es una delicia la representación de la intimidad de estos dos personajes.

El espíritu valiente e independiente de muchas de las mujeres de la serie se refleja en la manera de cómo se permiten vivir su sexualidad de una manera gozosa y libre.

¿Podrías contarnos cómo es tu día de trabajo en un proyecto como este, cómo llegas a estos proyectos, y si trabajas sola o cuentas con un equipo de trabajo?

RM: Cuando voy a trabajar al set suelo ir con bastante tiempo para chequear que el protocolo de set cerrado se cumpla apropiadamente. Chequeo la posición de los monitores y la cantidad de los mismos que estarán en activo, quién puede ver los monitores y es esencial para llevar a cabo el rodaje de la escena. Voy al departamento de vestuario para asegurarme que están las prendas de intimidad y organizarlas junto con los elementos de protección que aporto yo.

Hablo con los intérpretes que trabajarán juntos ese día para ver qué tal están, chequear sus límites de consentimiento y ver si tienen alguna necesidad específica para ese día. En general, me ocupo de que todo esté listo según el plan de prevención de riesgos que diseñé para rodar la/s secuencia/s de intimidad que se rodarán ese día.

En mi caso llego a los proyectos porque los/as responsables de la producción y, muchas veces los propios directores y directoras, ya me conocen de otros proyectos donde hemos trabajado juntos, es decir «repiten». Otras veces es porque han seguido mi trayectoria profesional o han pedido información sobre mí a alguien que ya ha trabajado conmigo, y esa persona les habla positivamente sobre la experiencia que tuvo cuando trabajamos juntos. En mi caso, soy una profesional independiente y, de momento, he podido estar a cargo yo sola de todos mis proyectos.


¿Cómo fue el trabajo con el reparto de Manual para señoritas? ¿Cómo se logra generar esa confianza esencial con actrices y actores para escenas sensibles?

RM: La comunicación es la piedra angular de mi trabajo, junto con la empatía y la escucha activa. Es muy importante sintonizar con las necesidades de la persona que tenemos enfrente y que tiene que rodar este tipo de escenas, donde se encuentra en un lugar de vulnerabilidad único al realizar un trabajo en el que se ven hiper expuestos, tanto física como emocionalmente.

Intento ofrecer un espacio de confidencialidad donde los actores y actrices, si lo desean, pueden compartirme el por qué deciden hacer o no hacer ciertas cosas. Esa información queda entre nosotros, si así me lo hacen saber. Se trata de un compromiso ético que respeta su derecho a no compartir facetas personales y de su vida íntima.

Mi objetivo es encontrar ese lugar donde todos los integrantes que están involucrados en este tipo de escenas de intimidad se sientan satisfechos, respetados y seguros.

Desde tu experiencia, ¿cómo ha evolucionado la percepción del rol de coordinador/a de intimidad en la industria audiovisual española en los últimos años?

RM: Cada vez mejor. Es decir, cada vez los/as directores/as se dan cuenta que estamos ahí para ayudarles en todo lo que necesiten, para que su visión creativa se lleve a cabo de la manera más ajustada a lo que habían imaginado. Además, se sienten tranquilos al saber que el bienestar de sus actores y actrices está garantizado.

Ambas partes deseamos que los artistas se sientan en un terreno seguro y de confianza donde puedan llevar a cabo la mejor de sus interpretaciones.

¿Qué crees que gana una producción como esta al contar con una figura como tú? 

RM: La tranquilidad de que cuando lleguemos al set de rodaje con las escenas más delicadas en relación al contenido íntimo, «nada explotará saltando por los aires». Ayudamos a evitar posibles demandas, ya que cuanta más claridad hay en el proceso, la probabilidad de que se produzca una demanda contra la producción es muchísimo menor.

También hacemos que el rodaje sea más eficaz y ahorramos mucho tiempo al llevar de antemano un plan de cómo se va a rodar la escena, haciendo que los intérpretes se sientan preparados y estén más relajados y disponibles. Protegemos la seguridad psicológica, emocional y física de los intérpretes.

Como he comentado más arriba, ayudamos al artista a conseguir una mejor actuación, ya que cuanto más relajados y a gusto se sientan los intérpretes, mejor será su interpretación de la escena.

¿Y qué pierden aquellas que aún no incorporan esta figura en su equipo? 

RM: Se pierde la oportunidad de trabajar acorde a la cultura del consentimiento y que el proceso creativo ocurra en un espacio seguro donde se garantice que se mitigan las dinámicas de poder que impiden que se desarrolle el consentimiento y que en muchas ocasiones, dan lugar a abusos dentro del entorno laboral.

Para conocer más sobre el trabajo de Rebeca Medina, visita su sitio web: www.rebecamedina.es

 

 

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